Dentro de los conceptos sobre el crecimiento o decrecimiento de precios encontramos a uno que no suele darse muy a menudo en países como el nuestro que están en vías de desarrollo. Así es que tenemos a la deflación como un fenómeno económico no muy conocido actualmente por este tipo de economías pero que básicamente es opuesto a la inflación.
Si queremos darle una definición justa, y sólo para afirmar lo dicho en la línea anterior, se podría indicar que la deflación es la bajada generalizada de precios de bienes y servicios en una economía.
No obstante, un solo mes a la baja de precios no significa que esta sea constante, aunque sí puede ser generalizada. Entonces, para poder determinar si existe o no deflación, al menos deberán pasar dos trimestres con efectos económicos de los mencionados.
¿Cómo se genera la deflación?
En términos económicos, existen al menos dos formas conocidas y asentadas como las causas de la caída generalizada de precios. Se trata de insuficiencia de la demanda o exceso de oferta.
Ambas causas ofrecen una misma conclusión, pero para llegar a ella, el camino difiere. Entonces tenemos que, en caso de existir insuficiencia de demanda, produce que los comerciantes deban reducir sus precios, para así, poder cubrir sus costos fijos. En cambio, si hay exceso de oferta, al tener más bienes para vender que gente para comprar la competencia para vender los productos aumentará, y con ella caerá el precio.
Algunos efectos de la deflación
Dado este círculo vicioso, la deflación se convierte en causa y efecto de la falta de circulación del dinero en la economía, porque todos prefieren retenerlo. Una deflación prolongada, puede tener efectos muy perniciosos en la economía nacional, dado que la industria no encuentra salida a sus productos y sólo tiene pérdidas al tener que afrontar costes fijos con ingresos menguados, dadas las circunstancias.
Además, la deflación provoca fuertes distorsiones en la actividad financiera, ya que aumenta la carga real de intereses que sufren los deudores. En efecto, los tipos de interés no pueden disminuir por debajo de cero, pero los precios están cayendo, lo que aumenta el poder adquisitivo del dinero.
En lo que respecta a herramientas fiscales, aparece un aumento del gasto público y una reducción de la carga impositiva. De esta manera, se incentiva al consumo a través de un descenso en el “precio del dinero”, revirtiendo el ciclo.
Otras opciones para enfrentarla
Una teoría monetarista, sugiere bajar los tipos de interés y aportar fondos a las entidades financieras para fomentar el crédito a familias y empresas. La segunda, de índole keynesiano, propone incrementar el gasto público para dinamizar la economía. Normalmente, la opción más adecuada dependerá de cada situación y consistirá en una combinación de ambas propuestas.
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